Las etiquetas de los alimentos aportan información relevante para nuestra salud, sujeta a una rigurosa legislación. Según el Reglamento (CE) nº 1924/2010 del Parlamento Europeo y del Consejo, un alimento que contenga por lo menos 0,3 g de ácido graso alfa-linolénico por 100 g y por 100 kcal puede declarar que es fuente de omega 3.
Así pues, si la etiqueta de una margarina nos indica que contiene 3 g de omega 3 por cada 100 g de producto, o si realizan esta alegación en el producto, podremos considerarla una buena fuente de este ácido graso esencial.
En el caso de de las vitaminas y los minerales, según el Reglamento (CE) nº 1924/2006, si 100 g de producto contienen el 15% de la Cantidad Diaria Recomendada de esa vitamina o mineral, podemos decir que el alimento es fuente de la vitamina o mineral en concreto. En el caso de las margarinas de la empresa Unilever, suplementadas con vitaminas A y D, podemos afirmar que son fuente de estos micronutrientes, ya que 100 g aportan el mínimo o más de la cantidad establecida.
En el etiquetado también debe estar especificado si la margarina lleva otros ingredientes funcionales que incorporan beneficiosos para la salud, como puede ser el caso de los esteroles vegetales.