Hace 50 años el 10 de enero pasaba al otro barrio uno de los mejores autores de la novela negra, Dashiell Hammett, autor del libro que hoy reseñamos: El halcón maltés. La novela fue publicada en 1930 y es un claro exponente de su género. A su fama también contribuye la adaptación cinematogréfica llevada a cabo por John Huston en 1941, cuyo actor principal no es ni más ni menos que Humphrey Bogart.
La historia transcurre en San Francisco. Spade, el personaje principal de la novela, es un detective que trabaja en su propia firma junto con otro socio. De repente aparece una mujer con un encargo aparentemente sencillo pagando una buena suma de dinero. El socio de Spade, Miles, accede al encargo. Sin embargo, no todo es tan sencillo como parece y la trama se complicará esa misma noche.
Gran parte del éxito de la novela reside en su personaje principal. El libro abre con una descripción física de Spade. Las descripciones físicas en las novelas negras son un rasgo muy característico y tienen sus propias reglas. No se tratan de descripciones precisas y prolijas, como las que nos encontramos en las novelas del Siglo XIX, sino que son cortas y generalmente se centran en un punto concreto, aquel que describe mejor (y no sólo físicamente) al personaje. Es como afeitarse sin espuma y no darse una loción en la piel tras haber finalizado el afeitado.
Spade es un tipo duro, existoso con las mujeres, cínico, bebe whisky, fuma tabaco de liar, siente desprecio por las autoridades y afronta los contratiempos de cara. Cuando Brigid O’Shaughnessy, la mujer que solicita ayuda al comienzo de la novela y que coprotagoniza la historia, se vuelve a encontrar con Spade y le muestra su sorpresa por el trato que recibe por su parte (ya que le había ocultado información), el detective no duda en responder: “En honor a la verdad no nos creímos su historia (…) Creímos sus doscientos dólares”. Spade se adelanta muchas veces a los otros personajes, aunque esto a veces permanece oculto al lector. La historia está narrada en tercera persona y en todo momento el lector va siguiendo a Spade en su aventura y en el descubrimiento de los hechos. Pero eso no implica que nosotros veamos todo lo que ve el detective.
En la novela hay tres personajes femeninos que giran alrededor de Spade. La primera en aparecer es la secretaria de los detectives, Effie Perine, mujer decidida acostumbrada a lidiar con tipos duros como su jefe pero que en fondo es la más sensible y cabal. A continuación entra en escena Brigid, bajo otro nombre. Mujer de gran personalidad, inteligente y que sabe utilizar su belleza y los sentimientos de los otros a su favor. Finalmente está Iva Archer, mujer de Miles y amante de Spade, la más naíf de las tres y cuya presencia en la novela complica más la vida al protagonista.
Otros personajes irán apareciendo a medida que la trama avanza. Un hombre, cuyo nombre es Cairo, ofrece dinero a Spade para recuperar una estatuilla que acaba de llegar a San Francisco y que tiene forma de halcón. También aparecerá un magnate, el señor Gutman, junto con su matón Wilmer, que dará más información a Spade acerca de este misterioso objeto. El detective intuye que todos guardan una relación entre ellos y parte de su investigación se centrará en saber qué papel ha jugado cada uno de ellos antes de llegar a San Francisco. Un par de policias también irán todo el rato pisándole sus talones.
El ritmo de la novela es trepidante y toda la acción transcurre en un par de días. La fuerza de las frases, sobre todo de Spade, el desarrollo piscológico de cada uno de los personajes y cómo se resuelve la trama en los últimos capítulos de la novela es sencillamente fascinante. Hammett elabora conciencudamente algunos datos de los personajes y deja conscientemente otros más ambiguos, para dejar algo de trabajo al lector. La ambivalencia de Spade, por ejemplo, al final del libro nos deja desconcertados (a algunos personajes también) y es difícil saber si lo que le mueve son altos valores éticos o simplemente su instinto de supervivencia. El resto de los personajes también tienen sus luces y sombras y casi nunca las cosas son como aparentan.
Como curiosidad, añadir que la frase más famosa de la adaptación cinematográfica de Huston y que pronuncia Bogart al final de la película para describir la estatuilla, no figura en la novela. Es una cita de La tempestad, de William Shakespeare.